Siempre que puedo, prefiero comprar en librerías chicas. Me gusta contribuir a esa economía quijotesca de quienes aman la literatura y, en sociedad estratégica con algún que otro best seller y tras la locomotora de la literatura infantil y juvenil, encuentran formas más o menos eficientes de vivir de ella.
Confieso, sin embargo, que este sábado fui a una librería que pertenece a una cadena. Tengo un buen pretexto: buscaba un libro para regalar a un amigo de otra ciudad, y en caso de que él ya lo tuviera y quisiera cambiarlo por otro, le alcanzaría con acercarse al centro de donde vive y se evitaría la molestia de tener que venir a Buenos Aires sólo por eso.
Como orgulloso lector y en una inútil solidaridad imaginaria con los libreros de oficio a los que estaba traicionando, no quise que los empleados del local me ayudaran. Entonces me dirigí a las estanterías bajo el rótulo de “Literatura argentina”, donde encontré el título que buscaba.
Pero uno no entra y sale de una librería así nomás, ni siquiera de una de cadena. Me puse a ver qué más había y noté que la estantería contigua era la de “Literatura latinoamericana”. Qué raro, pensé, ¿la literatura argentina no es parte de la latinoamericana? Sin embargo, lo más extraño vino después, cuando cambié de pasillo y me encontré frente a la “Literatura universal”, que al parecer no incluye a las otras dos (además de que, a pesar de la amplitud de su adjetivo, comprobé que se limita a literaturas terrestres). También había por otra parte anaqueles de novela policial, histórica, de terror o para adolescentes, que vaya a saber uno dónde las escriben, porque se ve que en el mundo conocido no.
En un famoso ensayo, Borges dice que no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural, porque no sabemos qué cosa es el universo. Lo mismo podría decirse de la literatura. En cualquier caso, siempre hay una clasificación, aunque el orden resultante diga más acerca de quien clasifica que de lo clasificado.
Esta semana te propongo que escribas una historia que sólo pueda ocurrir en el lugar donde te criaste.
Mucha suerte, y a trabajar
Saludos,
Ariel