La semana pasada sugerí que el arte inspira los desarrollos tecnológicos. Hay una verdad en eso, pero también cierto riesgo: el de suponer que el arte, algo etéreo, elevado, espiritual, está en un nivel, por así decir, superior o anterior al mundo material de la técnica.
Quizás no parezca algo demasiado riesgoso, pero considerar que el arte es una esfera elevada, espiritual, refinada, etc., hace de la creación artística (o literaria, para el caso) algo exclusivo de seres en sintonía con esas cualidades, a quienes las obras les son dictadas por un poder superior. El artista quedaría así más cerca de un monje que de lo que solemos imaginar, a esta altura del partido, cuando pensamos en un artista (o un escritor).
Para consuelo de los simples mortales que sudamos, vamos al baño y, además de escribir cuando irrumpe la inspiración, nos ocupamos de otras actividades para llevar adelante la vida, se verifica que la creación literaria está al alcance de cualquiera con ganas de trabajar su escritura.
Digo “trabajar su escritura” y no “escribir” como un subrayado, porque en realidad toda escritura es un trabajo. Por eso requiere un esfuerzo (cualquiera que haya intentado escribir algo lo sabe), y por eso da lugar a un producto.
Esa es una de las grandes enseñanzas que nos dejaron las vanguardias artísticas de principios del siglo XX al romper con el ideal romántico del autor como genio iluminado: ahora la creación es democrática, pero exige un trabajo. En cualquier caso, no vale la pena llorar por haber sido expulsados del paraíso. Se diga lo que se diga, ninguna obra, por más inspirada que haya estado, llegó jamás al papel sin horas de laboriosa paciencia.
Pocas cosas ponen de relieve la naturaleza material de la creación literaria como la forma. Por eso, para el ejercicio de esta semana vamos a partir de una pauta formal muy precisa. Vas a escribir un texto que contenga un diálogo compuesto de esta manera:
— ¿[tres palabras]?
— [cinco palabras].
— [una palabra].
—…
— [una palabra].
— ¿[siete palabras]?
—¿[dos palabras]? [siete palabras].
— [cuatro palabras].
El tema es libre, y antes y después puede haber más diálogo, una intervención del narrador o no haber nada.
Vamos. Mucha suerte, y a trabajar.
Saludos,
Ariel
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