Hay quienes piensan que un escritor vive en cierto estado de inspiración, o que hace falta un toque mágico, que sobrevenga una gran idea, para ponerse manos a la obra.
A mí me gusta pensar que somos artistas, sí, pero más cercanos a los músicos. Cuando pienso en un escritor, pienso en un pianista. ¿Cuántas horas de práctica hay detrás de cada ejecución magistral? ¿Cuántas veces tuvo que repetir una secuencia de notas hasta lograr que suenen a tempo? ¿Cuántas noches toca y toca para sí mismo antes de dar a conocer un nuevo concierto?
Para incentivar esa práctica sostenida, voy a mandarte una consigna todas las semanas. Nadie va a controlar tu trabajo, pero si podés comprometerte a hacerlo cada semana, pronto vas a desarrollar el hábito de la escritura, que está en la base de todo lo demás.
Muy bien. Empecemos.
La primera consigna es escribir una historia que contenga un ruido insoportable.
(Este ejercicio está en la base de una novela conocida. La próxima te cuento cuál.)
Mucha suerte. A trabajar.