55. Pistas y despistes

Un género literario puede representarse como un conjunto de reglas que establecen cómo deben ser los personajes, los intercambios entre ellos, su recorrido en la historia, los espacios, las temporalidades y los recursos narrativos principales. Sin embargo, también puede pensarse en los géneros como formas de leer.

Borges decía que Poe, además de crear el relato policial, había creado al lector de relatos policiales. A diferencia de otros géneros, el policial invita a sospechar, a desconfiar de lo dado como verdadero, para participar en el juego de anticiparse a la resolución del caso. Un buen policial, de hecho, es aquel que logra engañarnos con pistas falsas y se resuelve de forma sorpresiva pero coherente con lo narrado.

Imaginemos, nos propone Borges, un lector que solo conozca los relatos policiales y un día se encuentra con el Quijote: “¿Qué lee? En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo vivía un hidalgo… y ya ese lector está lleno de sospechas […]. Por ejemplo, si lee: En un lugar de la Mancha, desde luego supone que aquello no sucedió en la Mancha. Luego: …de cuyo nombre no quiero acordarme… ¿por qué no quiso acordarse Cervantes? Porque sin duda Cervantes era el asesino, el culpable. Luego …no hace mucho tiempo… posiblemente lo que suceda no será tan aterrador como el futuro”.

Piglia agrega que el policial es un género propio del desarrollo urbano de la segunda mitad del siglo XIX en adelante: solo es imaginable y puede prosperar en un espacio como la ciudad, con sus multitudes, sus recovecos, el anonimato y una sólida barrera entre la interioridad burguesa y la peligrosidad latente del espacio público. Todo esto ya está en Poe.

El lector de policiales, el género matriz de la modernidad, lee con suspicacia y también, agrega Piglia, con paranoia: ve signos en todos lados, o mejor dicho, todo lo interpreta como un signo. Una mancha de sangre, un cuadro en la escena del crimen, algo dicho al pasar por un personaje secundario… todo puede ser una pista.

La lectura paranoica no es exclusiva del policial. Toda la literatura, al menos de la modernidad en adelante, funciona así. Lo que está en el texto está para ser interpretado, a veces como pista, y a veces, en textos de la modernidad tardía, para despistar. Spregelburd da este ejemplo en una de sus clases: en el siglo XIX, si alguien tosía en el primer acto, moría de tuberculosis en el último; ahora, cuando alguien tose en el primer acto, a veces muere de tuberculosis y a veces no.

En las obras que funcionan, lo aleatorio, lo gratuito y lo incoherente no están ahí porque en verdad lo sean, sino que tienen un rol negativo: marcan la ausencia de orden.

Lo que, por el contrario, solo despista y en ningún momento deja entrever algún sistema, es difícil que llegue a conformarse como texto literario.

Esta semana te propongo que escribas un relato en el que ocurra o haya ocurrido un crimen.

Mucha suerte, y a trabajar.

PS. Hoy publiqué algunas fotos de la presentación de Una producción independiente. En Argentina, puede pedirse a la editorial por mail a [email protected]. En CABA y alrededores el envío es gratuito.