Hay un famoso poema de Bertolt Brecht que, en un anacronismo deliberado, podemos decir que busca dar visibilidad a las clases subalternas, ocultas en los relatos históricos tradicionales.
La historia ya no se escribe de la misma manera que en tiempos de Brecht, pero el poema conserva vigencia porque a veces lo olvidamos. También porque en lo social, lo visible y lo invisible, lo audible y lo inaudible, es un problema renovado en nuestra época de burbujas informativas y audiencias hiperdelimitadas.
De todos modos, no es por eso que lo traigo, sino porque además de esa función política, el poema es una propuesta de escritura a la que se puede volver siempre. Dice así:
Preguntas de un obrero que lee
¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas?
Los libros sólo guardan nombres de reyes.
¿Acaso arrastraron ellos bloques de piedra?
Y Babilonia, mil veces destruida,
¿quién volvió a levantarla otras tantas?
Quienes edificaron la dorada Lima, ¿en qué casas vivían?
¿Adónde fueron los albañiles
la noche en que se terminó la Gran Muralla?
Roma la grande está llena de arcos de triunfo.
¿Quién los erigió? ¿Sobre quienes triunfaron sus césares?
Bizancio, tantas veces cantada,
¿sólo tenía palacios para sus habitantes?
Hasta en la legendaria Atlántida, la noche en que el mar la tragó,
los que se ahogaban pedían, bramando, ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba siquiera a un cocinero?
Felipe II lloró al saber su flota hundida.
¿No lloró nadie más?
Federico de Prusia ganó la guerra de los Treinta Años.
¿Quién ganó además de él?
Un triunfo en cada página.
¿Quién preparaba los festines?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba los gastos?
A tantas historias,
tantas preguntas.
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Esta semana te propongo escribir una ficción que tenga de fondo un hecho histórico. Si esa narración sólo puede ocurrir en ese contexto, mucho mejor. Lo importante es que tus protagonistas no sean los protagonistas del acontecimiento.
Mucha suerte, y a trabajar
Saludos,
Ariel