34. La pantalla del escritor

Al escribir la entrega de la semana pasada llegué a algo que me gustó. No fue original, pero fue una imagen estimulante en la medida en que me dio a pensar otras cosas: una página en blanco que se puede raspar, una página en tres dimensiones.

Hay similitudes posibles entre la hoja en blanco y la pantalla de cine. La tradición dice que la hoja es una superficie en la que se proyectan o se “bajan” las ideas del escritor.

Yo diría que la hoja en blanco es una pantalla, sí, pero no en ese sentido, sino en el de una tela tensionada y opaca que separa un espacio de otro. Así, escribir no sería tanto proyectar como tratar de adivinar, de palpar, lo que está del otro lado.

Frente al aburrimiento (para escritor y lector) de escribir con el objetivo de enseñar lo que uno sabe y los demás no, partir de una inquietud y participar al lector de una búsqueda, sin garantías, en la que con suerte se podrá delinear alguna cosa.

Así es como pasa: rondás, rondás, rondás, hasta que das con algo. Ahora sí como en el cine, tal vez sirva pensar en la escritura como en una práctica parecida a la de esos personajes secundarios de los westerns que se la pasan metidos en el río, hundidos en el barro, buscando a ciegas una pepita de oro, y que la mayoría de las veces sólo levantan piedras, ranas y latas.

De lo que hablamos, en definitiva, es de la diferencia entre partir de una idea y partir de una pregunta. Claro que hay más riesgo en la segunda opción, pero también es la única que vale la pena.

Esta semana te propongo que escribas un texto en el que incluyas cuatro de estos cinco objetos:

(Si no sabés qué es alguno, acá siempre sostenemos que invención mata investigación.)

Mucha suerte, y a trabajar

Saludos,

Ariel


PS