21. No se me cae una idea

Tal vez te haya pasado. Estás en una reunión. Conocés a alguien. Conversás. En algún momento llegan a que te dedicás a la escritura, o a que tenés el hobby de escribir, o al simple hecho de que te gusta escribir. Entonces tu interlocutor dice:

—¡Ah! Si yo te contara mi vida, podrías escribir una novela entera.

Más allá de lo odioso de la situación y del narcisismo de esta persona, la frase da cuenta de cierta concepción de la escritura, la misma que subyace a una regla típica: “escribí sobre lo que sepas”.

Pareciera que para escribir hay que haber vivido algo (¿una vida interesante?) o saber algo de antemano. Sin embargo, creo que nunca la escritura es tan poderosa ni tan atrapante como cuando vamos hacia lo desconocido.

Quien alguna vez se ha lanzado a escribir algo lo sabe: es en la escritura donde se piensa, donde las ideas toman forma, donde la vida toma forma. No es antes, ni tampoco durante. Es ahí, en el texto, al que el escritor llega, sin saber exactamente cómo, en calidad de primer lector.

Lo demás es información, declaraciones, exposición de saberes o de una vida en todo lo que se parece a las demás. Pero el juego de literatura es otra cosa.

Hace poco una persona me decía que se había inscripto para recibir estas consignas porque no se le “caía una idea”. Y claro, porque las ideas no caen. Se forman, como las constelaciones en el cielo. Pero para eso, primero, hay que salir a dar un paseo por la oscuridad.

La consigna de esta semana es escribir un relato que transcurra de noche. (Sugerencia: escribí sobre algo que no sepas.)

Mucha suerte, y a trabajar

Saludos,

Ariel


PS
  • PS. Para transitar la oscuridad en compañía de otros y con una orientación, a muchas personas les sirve participar en un taller. Casualmente, está abierta la inscripción a mi taller de iniciación a la escritura creativa, del que ya empiezan a ocuparse los lugares. Podés encontrar más información acá.